Pinceladas III
L'Eliana

BIENVENIDOS!

Una vez más el Patio de la Torre del Virrey se transforma en tablao flamenco para dar paso al duende y a la magia de este sentido arte tan nuestro como es el flamenco.
Gracias a todos los que habéis hecho posible que esta tercera página de las Pinceladas Flamencas se abra para recordar un evento que ya constituye un referente y una esperada cita flamenca en nuestra comarca.
Gracias, pues, a ti. A ti que has abierto esta página y estás leyendo estas líneas. A ti que apuestas por una velada musical con encanto… Porque para ti sonarán las falsetas y los acordes de guitarra que acompañarán el sentido grito de la soleá o la siguiriya. Para ti se quebrará la cintura al compás de una bulería y se elevarán nerviosas las manos hacia las estrellas con no sé qué lenguaje que sólo tú y los flamencos entendéis…

Para ti nuestro agradecimiento por estar aquí.

Janto Gil, de Músicas del Túria

LOS CANTES MADRE

PINCELADAS FLAMENCAS quiere en esta 3ª edición hacer un recordatorio-homenaje a los cantes madre, los cantes primeros que dieron origen a toda la variedad de palos flamencos que hoy conocemos:

LA CAÑA
Palo considerado como el cante matriz más trascendente del flamenco. Es un canto duro, recio, largo, melancólico y repleto e melismas. Su origen es incierto y muy discutible su etimología: algunos teóricos afirman que sus raíces melódicas provienen del mundo musical árabe y que su nombre deriva de la palabra árabe “gaunnia” que significa canción. Otros encuentran claras referencias gregorianas por su estilo seco y litúrgico aduciendo que probablemente nació de una toná cantada a coro y sin guitarra.
Y hay quienes aseguran que su nombre proviene de la antigua y sana costumbre de cantar en honor al vaso de vino que en Andalucía llaman caña. Esta palabra se repetía para jalear al cantaor, como Celia Cruz utilizaba “azucar” y otros estilos caribeños “salsa”.
Lo cierto es que es cante de dificilísima interpretación que requiere mucho pecho y facultades del cantaor. Es cante que se puede bailar, pero por lo general no se baila porque el cantaor o cantaora prefieren tener el papel exclusivo por el esfuerzo que requiere su interpretación.

EL POLO
Posiblemente proviene de una antigua canción bailable practicada en Andalucía a principios del Sº XVIII y es en el siglo XIX cuando aparece como cante viril, emotivo y majestuoso que requiere excelentes facultadas y sentido del compás para su interpretación. Se suele cantar tras la caña por su afinidad, pero como es poco apropiado para el lucimiento personal, actualmente apenas aparece en el repertorio de los cantaores.

LA SOLEÁ
Nace como cante festero y para baile pero con el tiempo se convierte en el palo para “decir el vacío del alma que está sin alma” (José Mª Pemán). De origen gitano se la considera “columna vertebral del cante” (Molina y Mairena). Palo de muy difícil ejecución que acude a la llamada de las lágrimas y que para interpretarlo hay que sentir la acuciante necesidad de lanzar al viento el quejío desesperado que produce la pena (Juan de la Plata). La soleá es considerada por muchos cantaores como el toro de lidia del flamenco.

LA SIGUIRIYA
es grito trágico, sombrío y de dolor. “Es el grito de un hombre mortalmente herido por el destino” (Ricardo Molina). La siguiriya no se aprende; sólo se canta si se siente. “La siguiriya exprime el lamento de la tierra que nunca será cielo, del mar que no conoce orillas, del adiós para siempre y eterno… (Andrade de Silva)
-Te habrá dolido mucho la muerte de tu madre –le comentaban al cantaor El Terremoto.
-Tanto que me he pasado toda la noche cantándole siguiriyas…
La seguiriya es una queja el alma. Sin más.

CABALES
Cabal o cabales. Del castellano: íntegro, completo, recto.
El cante por cabales no es otra cosa que una siguiriya “cambiá” y un alarde de saber cantar por las dificultades de interpretación que encierra, pues del tono en el que se esté cantando hay que pasarse a otro llamado dominante y hacer todos los tercios en este último tono. Se utiliza para cerrar un recital siguiyero y se le atribuye al gran cantaor El Fillo.
Cuentan que después de estar toda la noche cantando por siguiriyas al famoso torero Paquiro, éste, agradecido y entusiasmado pagó al Fillo con una moneda de oro. La moneda resultó ser falsa y el Fillo, ni corto ni perezoso se presentó en casa de Paquiro:
-Maestro ¿No eran cabales las siguiriyas que ayer le canté?
Paquiro asintió y el Fillo prosiguió:
-Pues yo le he dado una moneda buena, cabal, mientras que la de Ud. es falsa.